miércoles, 25 de febrero de 2015

Plástico cruel

Te levantás por las mañanas como si todas las noches ejecutaran un solo de tambor cerca de tu almohada. Prefieres despertarte sola, pero sigues necesitando acostarte acompañada.

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–¿Todavía se hacen esas boludeces como casarse, ponerse anillos, ir a la iglesia y tirar arroz? 
–Sí, Axel, y son ceremonias conmovedoras, lo que nunca supe es por qué a los novios les tiran arroz.
–Es obvio. Porque los tomates manchan.

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sólo se recibe amor 
no se aceptan copias 
por perfectas que parezcan 
falsificadores abstenerse

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No volveré a creer en el amor. Quizá exista el amor, pero no para mí. Soy un monstruo. No soy un monstruo. Esta noche pasará.

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 ¿Hay algo más triste que un consuelo?

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Cuando quiero amor
me ofrecen sexo
y cuando quiero sexo
insisten con eso del amor

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El metal de tus palabras atravesó con su filo el cuello de un ñandú. El ñandú en pleno salto. El metal entrando en el cuerpo caliente. Se partió su vida en el aire. Y sólo quedó en la tierra un nudo de patas muertas.

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Fusilaste con una ráfaga las palomas que dormían en la cornisa de mis pulmones.

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Los placeres profundos son caóticos y destructivos.

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Conocí el golpe incesante de tu recuerdo contra la escollera de mis huesos. Y supe que el adiós es cortante como la aleta de un tiburón en la superficie del silencio.

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Tu voz ametralló a un niño que corría a mostrarles a sus padres el dibujo de un jardín con cerdos.

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José Sbarra

1 comentario:

  1. Lo profundo sea placer o delirio tiene esa condición, el caos es el principio de todo

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