Te levantás por las mañanas como si todas las noches
ejecutaran un solo de tambor cerca de tu almohada. Prefieres
despertarte sola, pero sigues necesitando acostarte acompañada.
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–¿Todavía se hacen esas boludeces como casarse, ponerse
anillos, ir a la iglesia y tirar arroz?
–Sí, Axel, y son ceremonias conmovedoras, lo que nunca
supe es por qué a los novios les tiran arroz.
–Es obvio. Porque los tomates manchan.
–Es obvio. Porque los tomates manchan.
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sólo se recibe amor
no se aceptan copias
por perfectas que parezcan
falsificadores abstenerse
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No volveré a creer en el amor. Quizá exista el amor, pero
no para mí. Soy un monstruo. No soy un monstruo. Esta noche
pasará.
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¿Hay algo
más triste que un consuelo?
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Cuando quiero amor
me ofrecen sexo
y cuando quiero sexo
insisten con eso del amor
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El metal de tus palabras atravesó con su filo el cuello de
un ñandú. El ñandú en pleno salto. El metal entrando en el
cuerpo caliente. Se partió su vida en el aire. Y sólo quedó en
la tierra un nudo de patas muertas.
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Fusilaste con una ráfaga las palomas que dormían en la
cornisa de mis pulmones.
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Los placeres profundos son caóticos y destructivos.
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Conocí el golpe incesante de tu recuerdo contra la escollera de mis huesos. Y supe que el adiós es cortante como la aleta de un tiburón en la superficie del silencio.
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Los placeres profundos son caóticos y destructivos.
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Conocí el golpe incesante de tu recuerdo contra la escollera de mis huesos. Y supe que el adiós es cortante como la aleta de un tiburón en la superficie del silencio.
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Tu voz ametralló a un niño que corría a mostrarles a sus
padres el dibujo de un jardín con cerdos.
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José Sbarra
Lo profundo sea placer o delirio tiene esa condición, el caos es el principio de todo
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