lunes, 8 de septiembre de 2014

¿Qué importan las cosas después que pasa el tiempo?

Si supieras que una vez leí tu diario.
Si supieras que no fue una vez, sino tres.
Yo sé qué dirías. Sé cómo se pondría tu mirada. Cómo me odiarías. Lo sé todo.
Pero qué importa ahora. ¿Qué importan las cosas después que pasa el tiempo? - me pregunto.

La gente, hoy en día, no tiene diarios. Y vos tenías.
Yo siempre amé leer diarios (vos lo sabés).
Quisiera que sepas que no busco que me entiendas. Nada más quiero contar lo que pasó, deshacerme de este recuerdo. Confesar que no pude resistirme a sólo mirar su tapa en tu mesita de luz. Y me justifico diciendo, que me desgarraba la intriga. Si bien la moral, el pensar qué sentiría si me lo hiciesen a mí (yo, que también tengo un diario), me detenía. Y me detuvo un montón de veces, lo juro. Lo juro por lo que más quiero.

Pero llegó un día en que nada me detuvo. El deseo se volvió más fuerte que mi pensar y no existió nada que frenar. Porque yo necesitaba saber más. Saber qué sentías, qué tenías adentro. Conocer todas las palabras que jamás iban a salir de tu boca frente a mí.

Así que con una fiebre en mis ojos, lo leí.
Lo leí enceguecida. Pasé las hojas rapidísimo, con la culpa entre los dientes. La adrenalina por las venas. Y como muestra de respeto, sólo leí las partes en que me nombrabas. Busqué la letra "G" y al encontrar mi nombre, leí los párrafos que lo contenían. Y fue así, como me sentí casi feliz, de saber que antes de dormir pensabas en mí, aunque sea algunas noches, aunque sea por un rato.

Hasta la tercera vez, que leí algo que hubiese querido no leer jamás. Algo doloroso, que no vale la pena explicitar. Dando lugar en mí, a el arrepentimiento.
Me dieron ganas de agarrarte la cara y preguntarte: ¿por qué imaginás eso? Pero claro, no pude, consciente de haber hecho lo que no debía.
Yo vulneré tu lenguaje. Te violé por dentro, a escondidas. Lo admito con vergüenza.
Pero qué importa ahora. Qué importan las cosas después que pasa el tiempo.
Si al fin y al cabo, eso me sirvió para no volver a leerte nunca más.

¿Qué importa la vez en que me leíste poemas de Girondo? ¿Qué importan las noches en que te metías en mi cama para escuchar a Leonard Cohen y veíamos por una ventana cómo el cielo iba clareando, abriendo paso al sol? O las cartas que dejabas escondidas bajo mi almohada. ¿Qué importan las veces en que te oí respirar mientras dormías apoyada sobre mi brazo? Las veces que te acaricié el pelo despacito mientras contaba los lunares de tu piel. O las veces en que nos desnudarnos para miramos fijo, como nunca antes, añorando que se estancaran las agujas del reloj. Las veces que te quise tanto y las veces que te odié mucho más después. Como ahora, que te quiero y que te odio. Y vos también.

Pero qué importa ahora. ¿Qué importan las cosas después que pasa el tiempo? - me pregunto.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Love will tear us apart

Después
de haber leído
tu poema
escucho a Miles Davis
y te pienso
te vislumbro bailando
este jazz
como aquella noche
con el vestido negro
de terciopelo
tu cuerpo girando
el pelo al viento
la mirada
buscando el cielo
tus ojos negros
bolas brillantes.

No me extrañes
que no me fui
si aún sigo
leyéndote un poema
de Pizarnik
antes de dormir
(aunque nunca lo haya hecho
pero lo quiera).
Que no te lastimen
no te hieran
las sombras
a tu alrededor.

Si acá hay palomas
en la playa
y yo no me explico
yo sólo conocía
las de las fuentes
de plazas grises
montevideanas.
Y recién pensaba
mirá si un día
se terminan
todas las canciones
se apagan
para siempre
¿te imaginás?
Quise llorar
pensándolo.
Como la vez que Toko
en valizas
olvidó la melodía
de "los alguaciles"
y yo también
¿y sabés qué triste
es perder una canción?
que quede quién sabe dónde
en qué lugar
en ninguno.

Playa del carmen
también es triste
si los niños pobres juntan latas
mientras los ricos
juegan en la arena
con baldecitos
de colores.
Los hombres
aceitados depilados
las mujeres bronceadas
con siliconas
extensiones
y todas esas mierdas
en su cabeza.
Es todo tan falaz
todo una gran mentira.

¿Y quién te dijo
que yo no muero
en el caribe
algunas veces?

En la 5ta avenida
hay monos
pero no en árboles
sino en manos
de ricachones
que se sacan fotos
con uno al hombro
y yo vuelvo
de ese shopping al aire libre
con ganas de vomitar
como le pasaba
a Juan Pablo Castell
en su túnel
al observar un rasgo
y ver
"hasta qué punto la codicia, la envidia, la petulancia, la grosería, la avidez y, en general, todo ese
conjunto de atributos que forman la condición humana pueden verse en una cara, en una manera de
caminar, en una mirada".
Eso es terrible.
Te descompone.
Te destruye.

Pero no te asfixies
ya no sé qué decir
para alegrarte
el corazón
si vos lo sabías
tatuado en el pecho
como dice la canción
"el amor
nos destrozará".

Entonces
habrá que aprender
a vivir así,
destrozado
o no vivir.