Hay que
mirar hacia arriba, hay que mirar todas esas cosas que hay en el cielo. Buscar la manera, encerrar el
sentido. Es tiempo de arrancar los disfraces: rasguñar trajes y
desmenuzar pelucas.
Erik
Satie no deja de sonar, la pista se repite una y otra vez. Es un
cuchillo que se clava y va escarbando con paciencia. La música me está
doliendo, la música nos
está doliendo. ¿Se puede compartir el dolor? Ahora mismo lo estamos
haciendo, estamos
compartiendo una sábana, una temperatura.
¿Piedra, papel o tijera? Por quién va a buscar el limón al
piso de arriba para esta cerveza fría. Gana él.
Solo,
en cama ajena, suena de fondo la noche en una ciudad gris. Suena de fondo el
silbido de ella, y baja por las escaleras con el limón en la mano derecha. ¿Qué
pensará mientras silba esa tonada? ¿Qué pienso yo mientras escribo ésto?
Veo bajar lento a las semillas en el vaso: se ven tan
suaves, carnosas.
Betto nos mira, ¿qué estará sintiendo? Pensar que meses atrás estaba solo,
abandonado, sucio.
Lo salvé mientras todos simulaban no verlo, desmayado en una volqueta. Soy
madre sin ser madre. Es un cacho de alma que regalo. Yo hago esas cosas, no sé
por qué. Ahora se va a vivir a otro
país. Se va a un pueblito en una isla del mediterráneo.
¿Sabrá
de su viaje? Va a cruzar el océano, va a volar por primera vez, conmigo. Esta vez no
volaré solo, mi vuelta será
acompañada por un espíritu inesperado. Es que me viene el avión y con
él, mil cosas. Me vienen a la mente litros y litros de agua, kilómetros y
kilómetros… las distancias.
Estamos locos, siempre lo supimos. Locos juntos es mejor que locos solos.
Voy yo, ¿y qué digo? Si las palabras parece que huyen de mis labios.
Qué lindo es
ver tus alas, son transparentes. Las mías, no.
El
puñal se hunde cada vez más y ya no sabemos cómo salir ilesos. Salir
ilesos es una mentira y lo sabíamos.
Te voy
a extrañar cabrona. Voy a extrañar tu pelo aunque esté lleno de piojos, no importa. Tengo una fascinación por tu pelo,
por su libertad. La
libertad de tu pelo. Tus ojos grandes fijos, también los voy a extrañar.
¿Y qué más? ¿Qué vas a
extrañar de mí? ¿Tu
reflejo en mis ojos?
Y
llueve, resuena la
humedad en este balcón que dejaremos mañana. No sé mi dirección, sólo sé que no voy a
estar acá: ni en este cuarto, ni en esta cama, ni tampoco en tus brazos.
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