lunes, 12 de julio de 2021

Pornoterrorismo

En un baño público me pedís que mee tu mano y a mí me gusta la idea, así que intento. Nos acomodamos, vos te ponés en cuclillas y yo abro mis piernas sobre la mano expectante. Quiero mearte la mano e intento hacer fuerza pero mi superyó no me lo permite. O sí, pero sólo unas míseras gotas y no una cascada como vos deseás. Esperás y esperás, sos paciente porque no vas a irte hasta que tu mano esté mojada y tibia, y vas a convencerme de que sí puedo hacerlo. De que la moral es un invento cristiano, de que “Dios NO está aquí”. Me pedís que haga toda la fuerza que pueda, porque si quiero, puedo cagarte también. Todo lo que salga de mí vas a recibirlo con gratitud. Ahora cambiaste de idea y querés que te cague la mano, que te dé todo lo que tenga. Me decís cosas al oído para persuadirme. Pero no puedo. 
En la derrota, te llevás la victoria de las gotas que saboreás engulléndote los dedos hasta el fondo. A la altura de los nudillos te queda la huella del labial.
Cuando te vas, meo con placer por varios segundos pero me quedo pensando en que fue una locura lo que pediste. Porque de todas formas no hubieses podido con toda la mierda que llevo dentro.

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