Paolo es hermano de Nina. Tiene cinco años y odia a las llamadas Paola.
Sus ojos son celestes y lleva en la cabeza una vincha del mismo color, contrastando con su rubio pelo. La usa porque quiere parecerse a Kung Fu Panda, me confesó.
Ni bien nos conocimos, me mostró un dibujo que había hecho y con cara de emoción, lo explicó.
En una punta había un tiburón azul y en la otra, un cocodrilo verde. En el centro una nube, un rayo, lluvia. Un inmenso temporal.
Iban a pelear a muerte -me dijo- pero vino una tormenta y no pudieron.
La imagen me dejó pensando.
Después entendí.
Las tormentas, a veces, son necesarias para no morir.
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