miércoles, 21 de mayo de 2014

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Una piensa en metáforas, idea cosas sin sentido. De la simplicidad de sentir, mueve todo al complejo pensar. Arma. Ve nombres, ve libros.
Nada entre medusas, corre peligro.
Descubre movimientos que quisiera hacer, escondida detrás de una canción que cure sus penas, que sacie su sed.
Quise el silencio. Añoré el sonido de las olas con fondo de viento. Deseé tantas cosas, en vano.
Dormí cuando el mundo se abría como un cacao en medio de la selva, dolido por un machete. Cuando me rogaba ojos abiertos, no pestañear.
Nunca entendí las señales. Me dejé caer tras el instinto, ante el primero.
Desabroché un botón que después fue cierre tomando velocidad. Al igual que una peca sobre piel pálida, propagándose como loca. Queriendo ser mancha, ser algo. Perdurar.
Si faltarán atardeceres en este cuerpo. Si me faltarán.

5 comentarios:

  1. excelente.
    Claro que el deseo es siempre en vano porque nos ubica fuera de la plenitud del momento presente
    que es el todo
    o sea siempre que deseamos, tenemos nada
    atardeceres...
    están ahí,
    dispuestos a ser disfrutados.
    En algunos planetas corren la silla para hacerlos interminables, je, qué antigüedad.

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  2. el texto se abre como un cacao lleno de imágenes incomprensibles pero que intuimos que son certeras, y eso es lo que importa
    saludos coordiales

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  3. A veces me pongo surrealista.
    Abrazos cálidos para ustedes!

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