lunes, 7 de abril de 2014

Los domingos son días para morir

Todo el día en esta cama, postrada. Sin ganas de nada, ni siquiera de morir, de vivir. Nada, nada. Observo las aspas del ventilador girar y girar. Un helicóptero-ventilador pero sin la canción de fondo.
Miro las luces y recuerdo cuando de niña las miraba con los ojos entrecerrados, moviendo la cabeza y las luces parecían largar rayos hacia los costados, rayitos blancos brillantes. Busco el techo, solía imaginarme caminándolo, la casa dada vuelta, subir un escalón para pasar la puerta. Cómo sería vivir al revés. Fantaseaba. Hay hormigas en mis paredes. Desde siempre me pregunto por qué se chocan al cruzarse ¿se saludan? ¿qué hacen? Me intriga. Estoy sola, media muerta, media viva. Me duele la cabeza, el corazón me duele. Pero ella está en camino. Está viniendo. Ella viene y yo la espero.

1 comentario:

  1. También me pregunté que hacen las hormigas cuando se chocan entre ellas, ¡nunca fallan ese paso!
    No estoy segura si sea algo bueno que ella esté viniendo, pero si la esperás, tendrá que llegar.
    Un beso!

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