Lunes
Hoy
me levanté pensando en fumar. Quiero decir, con el deseo de hacerlo.
O sintiendo la necesidad. Mientras
hacía el café pensaba en que iba a tomarlo faltándome algo. ¿Cómo
existen personas que pueden desayunar café sin un cigarro? Qué
insensatos.
Salí
al patio y bebí el café parado. Estaba gélido. Mi boca comenzó a
hacer muecas similares a cuando fumo, a apretarse. Imaginé un
cigarro entre mis labios y comencé a exhalar vapor tibio que parecía
volverse humo en el aire frío. También sentí un falso picor en la
lengua. Tuve que entrar porque la situación se volvió insostenible.
Martes
Tengo
las manos entumecidas, me cuesta escribir. Hace días que no sé nada
sobre Clara. La extraño. Extraño su cuerpo pegado al mío, su
aliento. Siempre que pienso en ella, en mi mente aparece su cara
sonriente, los rulos sobre los hombros, y al descubierto, su lunar en
la clavícula.
Quiero
verla. Pero lo que más quisiera es que garchemos y poder fumarme
un pucho después.
Miércoles
Estoy
arrepentido de esta decisión que tomé. Una infección respiratoria
no es suficiente para esta limitación que me puse. Va, que me obligó
el médico a ponerme. Se está volviendo insoportable. Sólo pienso
en fumar y en las cosas que hacía cuando fumaba. Es hermoso cagar y
fumar a la vez. Tomar café fumando. Comer, fumar y apagar los puchos
contra el plato sucio. Coger y fumar después. Esperar el ómnibus y
fumar, darle la última pitada y tirarlo con un golpecito del dedo
mayor, abajo de esa rueda enorme.
Jueves
Hoy
falté a trabajar. Me pesa el cuerpo y tengo una tos insufrible. Cada
dos segundos escupo flemas verdes, espesas y gigantes. Así y todo, no
puedo pensar en otra cosa que no sea en fumar. ¿Puede ser que en las
películas francesas fumen todo el tiempo? ¿Y también que cuando
miro a los otros apartamentos, todos mis vecinos estén mirando la
nada y fumando? Quiero hacer cosas para distraerme pero no puedo.
Toda actividad y pensamiento me llevan a lo mismo: fumar.
Voy a
dormir todo el día.
Viernes
Apenas desperté, fumé. Fumé un cigarro en la cama, acostado. Mi madre
siempre decía que sino se fumaba un cigarro en la cama acostada
apenas abría los ojos, no se levantaba. Tenía un cenicero en la
mesita de luz. También siempre tenía una copa de vino como Graciela
Borges en la Ciénaga.
La
cosa es que fumé y sentí un placer indescriptible. Sentí cómo el
humo iba entrando en mis pulmones y me iba llenando de vida. Muerte
que es vida.
Sábado
Lorena
vino a casa hoy y me tiró el cenicero por la cabeza. Se puso como
una loca diciendo que me voy a morir. Me hizo un tajo en la frente y
le pregunté si se creía Susana Giménez. Después de insultos y
llantos, le pedí que me entienda, que fumo hace quince años, que es
difícil. Le prometí que voy a dejar de fumar a partir de mañana.
Domingo
Hoy
vino mi hermano a visitarme. Hace meses que no nos veíamos. Trajo
una botella de whisky. Tomamos varias medidas y la conversación se
fue tornando más ferviente. Con él siempre tenemos discusiones
interminables que nos dejan enardecidos. La nicotina te acelera las
asociaciones y discutís mejor. Así que crucé y me compré una caja de
Malboro. En unas horas la fumé toda.
Ahora estoy fumándome el último cigarro que quedaba en la casa, mirando la noche por la
ventana. No me arrepiento. Nada puede empezarse un domingo. Mañana
lunes, arranco.
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