jueves, 15 de julio de 2021

Una semana

Lunes
Hoy me levanté pensando en fumar. Quiero decir, con el deseo de hacerlo. O sintiendo la necesidad. Mientras hacía el café pensaba en que iba a tomarlo faltándome algo. ¿Cómo existen personas que pueden desayunar café sin un cigarro? Qué insensatos.
Salí al patio y bebí el café parado. Estaba gélido. Mi boca comenzó a hacer muecas similares a cuando fumo, a apretarse. Imaginé un cigarro entre mis labios y comencé a exhalar vapor tibio que parecía volverse humo en el aire frío. También sentí un falso picor en la lengua. Tuve que entrar porque la situación se volvió insostenible.

Martes
Tengo las manos entumecidas, me cuesta escribir. Hace días que no sé nada sobre Clara. La extraño. Extraño su cuerpo pegado al mío, su aliento. Siempre que pienso en ella, en mi mente aparece su cara sonriente, los rulos sobre los hombros, y al descubierto, su lunar en la clavícula.
Quiero verla. Pero lo que más quisiera es que garchemos y poder fumarme un pucho después.

Miércoles
Estoy arrepentido de esta decisión que tomé. Una infección respiratoria no es suficiente para esta limitación que me puse. Va, que me obligó el médico a ponerme. Se está volviendo insoportable. Sólo pienso en fumar y en las cosas que hacía cuando fumaba. Es hermoso cagar y fumar a la vez. Tomar café fumando. Comer, fumar y apagar los puchos contra el plato sucio. Coger y fumar después. Esperar el ómnibus y fumar, darle la última pitada y tirarlo con un golpecito del dedo mayor, abajo de esa rueda enorme.

Jueves
Hoy falté a trabajar. Me pesa el cuerpo y tengo una tos insufrible. Cada dos segundos escupo flemas verdes, espesas y gigantes. Así y todo, no puedo pensar en otra cosa que no sea en fumar. ¿Puede ser que en las películas francesas fumen todo el tiempo? ¿Y también que cuando miro a los otros apartamentos, todos mis vecinos estén mirando la nada y fumando? Quiero hacer cosas para distraerme pero no puedo. Toda actividad y pensamiento me llevan a lo mismo: fumar. 

Voy a dormir todo el día.

Viernes
Apenas desperté, fumé. Fumé un cigarro en la cama, acostado. Mi madre siempre decía que sino se fumaba un cigarro en la cama acostada apenas abría los ojos, no se levantaba. Tenía un cenicero en la mesita de luz. También siempre tenía una copa de vino como Graciela Borges en la Ciénaga.
La cosa es que fumé y sentí un placer indescriptible. Sentí cómo el humo iba entrando en mis pulmones y me iba llenando de vida. Muerte que es vida.

Sábado
Lorena vino a casa hoy y me tiró el cenicero por la cabeza. Se puso como una loca diciendo que me voy a morir. Me hizo un tajo en la frente y le pregunté si se creía Susana Giménez. Después de insultos y llantos, le pedí que me entienda, que fumo hace quince años, que es difícil. Le prometí que voy a dejar de fumar a partir de mañana.

Domingo
Hoy vino mi hermano a visitarme. Hace meses que no nos veíamos. Trajo una botella de whisky. Tomamos varias medidas y la conversación se fue tornando más ferviente. Con él siempre tenemos discusiones interminables que nos dejan enardecidos. La nicotina te acelera las asociaciones y discutís mejor. Así que crucé y me compré una caja de Malboro. En unas horas la fumé toda. 
Ahora estoy fumándome el último cigarro que quedaba en la casa, mirando la noche por la ventana. No me arrepiento. Nada puede empezarse un domingo. Mañana lunes, arranco.


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