jueves, 19 de febrero de 2015

Limbereando

Aún se oye el sonido de algunos pájaros. Incluso se ve algún que otro rayo de sol. Todavía entra viento de verano por las hendijas de mi ventana. ¡Es tan tarde, oh mi Dios!
No puedo escuchar tu disco; ese de hardcore que dejaste en mi mesita de luz. No me gusta el hardcore. Perdón. No sabía cómo decirte que yo escucho a Duke Ellington y John Coltrane cuando me levanto. Nunca me va a gustar el hardcore, en serio. No insistas.
Estábamos en lo escuro, escondidos entre los árboles. En las afueras del club de bochas del Parque Rodó. Adentro sonaban bandas indi-noise que desde afuera podían oírse. Después del primer saque, hablamos de Freud, el diván y de volver más y más a lo ortodoxo.
-El esquizoanálisis es interesante, Guattari y la mar en coche. ¡Pero Freud! Freud era un oscuro, ¿me entendés? Llegó a cosas impensadas. Pensó lo que nadie pensó nunca.
-Sí, todo bien. Pero la sicología no se puede separar de la sociología. Popper dijo que Freud aseveraba cosas que no podían ser refutables. Él se refutaba a él mismo ¿entendés? No es ciencia, la sicología no es ciencia.
-Freud nunca quiso que sea ciencia, pendeja. De hecho, dijo que para él, no lo era.
-Ni idea lo que dijo. El tema con la sociología es que está infectada por las metodologías cuantitativas, las estadísticas y todas esas mierdas. Pero nadie sabe de lo bueno. Como Parsons, que estudió el universo. ¡El U ni ver so!
-Freud contemplaba lo social.
-No jodas, lo social del año del pedo. Tienen que fusionarse, no hay vuelta. No es nada una disciplina sin la otra. Al conocimiento nos lo han fraccionado para que no unamos nada con nada y que todo se vuelva tan abstracto como irreal. Es así.
-En eso tenés razón. Igual yo ahora estoy para el diván, qué querés que te diga.
-¿Y vos a quién podés analizar con esa cara? No sé, me pregunto. Te digo que tomo merca, que me gustan las minas y me querés garchar de una... Sos un enfermo.
-A vos te toco las tetas en el diván 
(risas)
-Aprovechen esta risa que es mi última de la noche - dijo ella, mientras se servía un saque con la tarjeta de estudiante.
Pero yo no la vi. Me la perdí. No aproveché porque estaba mirando más abajo: sus dedos y la tarjeta, la bolsa. Mirando cuánto se servía. Controlaba que no se le fuera la mano porque nosotros también queríamos tomar; (en la distribución hay que ponerse bolche, siempre lo digo).
Como lo anticipó, a partir de ese momento, no volvió a reír.

Y yo tampoco.

  

8 comentarios:

  1. Y llegó el de historia para decir que ni la psicología, ni la sociología, ni la antropología, ni la historia, ni la matemáticas, pueden ser consideradas ciencias. La única verdad surge de la comida china. Ahí se encuentran las respuestas para todo.

    También, a veces es bueno escatimar las sonrisas para que parezcan ser las mejores.

    Suerte

    J.

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    1. ¿China? Japonesa supongo que quisiste decir...

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    2. China, japonesa, tailandesa, como sea, pero hecha por orientales del otro oriente, no del Uruguay...

      J.

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  2. Tendrás tus razones!

    Ayer estaba en la casa de Pablo y llegó un pibe nuevo al taller. Tenía un libro "Un hilo de oro puro", yo no lo conocía, y me dijo que era un compilado que salió en Uruguay. Abrí justo en ese cuento y lo leí diferente. Hoy releí el cuento en tu blog y caí que es la misma versión. No tiene que ver con nada, pero bueno.

    El texto, como casi todos los que leí tuyos, es excelente. Me gustaría leerte más.

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    1. Los uruguayos nos manejamos con otros libros lo que pasa (¿?)
      Me encantó "un hilo de oro puro".
      Leé a Escanlar, capaz te gusta.
      Una también quiere leerlo más.

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  3. Si a mi me hacen un esquizoanálisis ten por seguro que saco la máxima nota.

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  4. Tuve numerosas peleas por ponerme bolche en la distribución de vicios varios. Misteriosamente los que se ofenden son los mismos que siempre se autofavorecen en la repartija de la riqueza. Hay que mandarlos a Siberia, a todos.

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